Las zonas marginadas, la segregación habitacional y la ocupación irregular del suelo en las periferias son resultado de la expansión desordenada de las áreas urbanas en México. Este fenómeno se da ya que las desarrolladoras inmobiliarias han dedicado sus esfuerzos en la construcción, sin pensar en las consecuencias que conllevan, tanto para sus empresas como para la sociedad.
Como medida para combatir este problema, el gobierno presentó el Programa de Desarrollo Urbano 2014-2018, que promete propiciar el desarrollo de ciudades densas, justas y sustentables. En él, el gobierno explica que es necesario reformar la legislación urbana, subordinar el interés privado a la función social del suelo, fomentar el uso intensivo del suelo intraurbano e incentivar la redensificación y el aprovechamiento de los predios intraurbanos baldíos y subutilizados.
Este programa ha reunido los esfuerzos del gobierno con empresarios y otras entidades para impulsar el desarrollo y focalizar el esfuerzo.
Un ejemplo de ello es Monterrey, que desde el 2015 ha realizado encuentros donde participa el gobierno, empresarios y el Instituto de Planeación de Monterrey (IMPLANC), para iniciar la remodelación del centro y darle nuevamente vida a la zona, estas acciones esperan resultados visibles a mediano plazo.
El programa también ha hecho que las desarrolladoras inmobiliarias locales se interesen por la construcción inteligente en el centro de la ciudad, ya que algunas han empezado a construir complejos residenciales y edificios de oficinas, lo que ha resultado en mayor tránsito en la zona, pero sin los inconvenientes de la falta de servicios o transporte; que es un problema recurrente cuando se construye en la periferia.
La repoblación de la zona traerá además importantes beneficios como el fomento a la convivencia, al diálogo y la paz en la comunidad; así como al cuidado general de la zona al convertirse en un lugar en donde se puedan llevar a cabo las actividades del día a día.